martes, enero 31, 2006

Ciudad

Pensaba en Guayaquil. Y en sus calles, sobre todo cuando sucede que paso por sus calles. Y las recordaba, vestida la piel de azules reptiles, cercano a la humedad de las aceras, sin llegar demasiado a sus bordes.
Cada calle como una burbuja de aire atrapada en lámparas recien apagadas, rincones sin propiedad horizontal, sino vegetal. Y el sudar, el vientre y la luz, el suspiro de las puertas sin abrir.
Una esquina que cierra me abandona a la carne propia de los mares sin sal. El viaje será mas corto si empiezo a contar cada error del paisaje, y en cada uno me detengo como en una escalera pública, sujeto al brocal de nervios.
No me molesta el sonido de los transeúntes, mientras sea mi aliento el que seque el asfalto levantado y el alquitrán.

martes, enero 10, 2006

Hora

Lo siento, duelen las horas sin que pase por mi ninguna. ¿Qué pasara cuando no sea la palabra sino un sonido de pólvora seca la que reviente sobre nuestra mirada? Un parpado callado que se mira en el espejo, apoyando la frente a la pared de los cristales nocturnos, mientras cambia el tono de la luz, como siempre a tiempo para que nadie cruce sobre ella.
La ciudad no espera dentro, sino por fuera. Y se irá contigo como quien va con la idea de que puede ser feliz, mientas la idea de ser feliz sea luna de ciudad, el laberinto negro de los paraguas, la ausencia del sur.
O tal vez recordar, vaciados de lugar podemos ser memoria que no cesa. Y serse en la flor que no llevamos y muere de todas formas. ¿Quién arrojara lo que llevemos de sobra?
Pasaremos por debajo de los miles que ruedan sobre sus propios motivos, y seremos nube y humo de una boca que no ha dormido bien. Nada más, y nada en ello.
Hay una bienvenida en alguna parte de esta habitación.

Viernes

Hay ciertas cosas que no permanecen más allá de la corta luz de los ordenadores. La tristeza de no saber donde vive lo que decimos, rotos telegramas que nunca llegan a tener vida sonora. Dejamos el texto parpadeando, un latido infectado de grietas. En cada gesto nunca tuvo tanto peso el tiempo como ahora. Es como vivir bajo el agua, con escafandra de alquiler.
Falta poco para el viaje, y contigo no sólo se va este irse de todas formas, sino también la exagerada forma de crecer sin espejos. Te llevas la nieve, y pájaros que no mueren de un solo tiro.
No se que siento ahora, crece a mi lado hierba, que a falta de sol se hizo oscura, y oscura crece sin alrededores, aunque se le parezcan tanto estas fronteras mías, y tuyas…de un alto que no deja ver lo que de todas formas imaginamos.
Vete y lleva una parte de lo que tendrá que ser. Este miedo, este latido sin lugar.