sábado, febrero 07, 2009

1973 RPM

Las balas siempre serán más rápidas que las palabras,
pero al final, ambas,
causarán lo mismo.



Allende duda. ¿Perdimos el tiempo hablando maestro?. Se reclama no haber armado al pueblo, ¿Tendría que haber conformado milicias como Alessandri Palma, no?. Y sin embargo, tanta sangre.

Se despide de Payita, y de sus labios, las mejores uvas de chile. Pide a Beatriz que abandone La Moneda. Le dice adiós a Tancha, a sus ojos verdes, al amor cansado. Le dice adiós al pueblo de cobre.

Salgo del documental, y soy presa fácil de la rabia. ¿Qué hacer maestro, si al final de la noche sólo somos piel y sueños?





La soledad de Allende
se parece tanto a la nuestra







(Quizás la rabia se nos pase tirándole el zapato a algún tirano)

jueves, febrero 05, 2009

lo que construyo

Hace un par de semanas fui a ver Entre les murs, y a partir de entonces he ido sintiendo la necesidad de contar lo que hago.

¿Cómo mostramos la realidad de los centros educativos? ¿Cómo abordamos sus conflictos? ¿Quién lo debe hacer? ¿Qué finales conocen, conocemos?

Durante esta semana he tenido el reto de realizar un taller sobre racismo en un colegio concertado de la ciudad de Madrid. Los alumnos, etiquetados ya por el sistema educativo (grupo de diversificación y de compensación educativa, grupo con dificultades de aprendizaje, grupo específico singular), provienen en su mayoría de países como Ecuador, Perú, Colombia y Marruecos.

Este grupo "singular", ha vivido algunos incidentes en el aula (que los educadores tradujeron como brotes de discriminación e intolerancia) y por ello nos solicitaron la realización de un curso para poder trabajar esos conflictos.

Conflictos. La palabra conflicto suele asustar. Lo importante es evitarlos., alejarlos, separarlos de nuestro lado. En cuánto algo se vuelve conflictivo, mejor dejarlo pasar.

Pero he aprendido con mi compañera (disparatada) que el conflicto "faz parte".

La escuela, los educadores, la sociedad en general, sueñan con sujetos "educados" en la paz, personas totalmente adaptadas, como en el delirio de Aldous Huxley.

Por el contrario, hay que educarnos en el conflicto.

Por eso, lo primero que debemos procurar con talleres como estos es que el conflicto sea visible, porque es lo que el "aula", como espacio simbólico donde se expresan relaciones de poder, siempre trata de evitar.

Durante los días que ha durado el taller, la primera sorpresa ha sido la fuerza de los argumentos de estos jóvenes. Los debates, las respuestas ante las situaciones por las cuales los he conducido, han sido toda una sorpresa para los educadores, que han observado (y observan) el proceso. Han sido capaces, en apenas 2 días, de descubrir lo que tienen en común: inconformidad por la educación que reciben, padres y madres en el paro, barrios marginales y sin ofertas culturales, pocos espacios para la participación real en la sociedad. Han sido capaces de tomar conciencia de las fuerzas y antagonismos sociales que están detrás de la discriminación, y como los afecta. Para Freire la concienciación es el paso previo para la transformación social.

Nos despedimos en conjunto del concepto de "cultura" (ese concepto tramposo), y tratamos de recibir con asombro "lo común". Lo común, las clases sociales, los antagonismos, las contradicciones estructurales de este sistema, ellos lo supieron reconocer en apenas dos días.

¿Qué sucede con la educación? ¿Por qué no es capaz de renovar su lenguaje, sus objetivos, sus expectativas ante educandos que manifiestan el sin-sentido de lo que aprenden? Sus educadores también presienten estas preguntas, lo viven a diario...

En algún momento transcribiré los diálogos, válidos como fuente primaria para cualquiera que estuviera interesado en este tema.

miércoles, febrero 04, 2009

semen up!

Las charlas de la oficina me van introduciendo, poco a poco, en la música de la movida madrileña. Grupos desconcertantes, música de garaje y de "barcete".

Aquí un grupo que "lo hizo muy bien"

[Véase también: Las Vulpess, con la canción Me gusta ser tu puta; o toda la discografía de La Polla Records, pero sobre todo el disco "Toda la puta vida igual"]


martes, febrero 03, 2009

kaleth morales

Kaleth murió repentinamente, con tan sólo 25 años, en la cumbre de su carrera. Lo descubrí hace poco, en una de las tantas despedidas que me prepara este año, adioses de amigos y amigas que no olvidaré.


domingo, febrero 01, 2009

camila la nieve y yo





La nieve, flores silenciosas volviendo a la tierra...


Camila y yo sobre el sofá, observamos en silencio el agua nieve, hasta que se va transformando en grandes petalos de una flor fugaz.

No reprochamos su paso efímero.
El único dogma, la finitud
¿No es verdad?


Camila juega sobre el cristal, queriendo atraparla. Yo juego a que llega al lugar donde estoy.


Historias Mínimas: Hu, el raro


A 200 Km de Riad (Arabia Saudita), en un pequeño pueblo rodeado de arena, se pueden ver varias tiendas de campaña, donde en la pausa de la tarde cientos de trabajadores descansan y beben litros de agua para volver a hidratarse. Durante el verano, me cuenta Hu, el calor alcanza los 60 grados, y debes beber un litro de agua por hora, porque sino morirías en dos días.

Hu decidió viajar a Arabia Saudita porque quería conocer la situación de los cientos de venezolanos, chinos, indios, paquistaníes y españoles (entre otros), que (invisibles a la historia) trabajan en la construcción de una planta de extracción de gas. Algunos llevan años, Hu sólo estuvo uno.

Con un solo día libre a la semana, la jornada empezaba a las 5 de la mañana y terminaba a las 7 de la tarde. Durante el día libre, la única opción era irse a la capital a comer, y volver. Si te quedabas en el pueblo (ficticio, porque Hu llama pueblo al conjunto de tiendas de campaña o pequeñas casas prefabricadas donde los trabajadores duermen y comen), tu única opción es dormir, o meditar, como en el caso de Hu (aunque el mismo se define como un "falso budista"). La comida era practicamente basura, y le costó tres meses a su cuerpo acostumbrarse a ella, las continuas diarreas, la fiebre y el calor que lo inmovilizaba fueron parte de ese proceso.

No hay mucho que contar, dice Hu. Nunca hubo incidentes, nunca hubo peleas, solo silencio, trabajo y desierto.

Con el dinero ahorrado compró un coche (el cual piensa vender porque no encuentra trabajo en Madrid). Le pregunto qué hacía antes, y me responde que estudió con Carlos Giménez. Carlos Giménez es el director del postgrado de mediación intercultural (escuela de Antropología de la Autónoma) donde se han formado cientos de mediadores sociales. He conocido a muchos de ellos, y al igual que Hu, caminan resentidos por el mundo de lo social, recordando una escuela que nunca les ha dado apoyo. "Carlos sabe hacer hijos, pero no sabe mantenerlos", es la frase predilecta de Hu para explicarlo.

Durante un tiempo, Hu trabajó para el ayuntamiento de Madrid, y fue casi una estrella mediática porque era el primer (sino el único) chino con formación social de la ciudad, y fue por ello un importante mediador entre la creciente comunidad china y la administración. Pero como siempre ocurre, la ineficiencia y torpeza de los programas sociales terminó agotándolo. "Mi madre todavía no me lo perdona, pero yo si".

Hu habla con metáforas o símiles. Y me cuenta que todos en su ciudad -Hangzhou- hablan así. "Mi primera ciudad europea fue París, y todavía la sigo queriendo. Un hombre, aunque tenga muchas mujeres, siempre querrá a su primera mujer".

El se siente el "chino" más vago de todo Madrid (quizás del mundo), porque no tiene empleo, pero tampoco pierde el sueño por el dinero, como sus demás familiares y amigos. "Yo, yo soy el raro".

Antes de irse me da un par de pistas para comer buena comida china, allá por la glorieta de Santa María de la Cabeza, creo que dijo "Buen Gusto". Le propongó una peli de Zhang Yimou, pero tiene sueño.


Termina el té, es tarde, debe regresar a casa.