jueves, enero 21, 2010

huir y volver


En el año 1991 se estrenó la película Mediterráneo, el mejor film de Gabriel Salvatores. La película habla sobre el huir y el volver, y el cambio que se produce entre un movimiento y otro. De hecho, la película está dedicada a todos los que huyen. Tuve la suerte de verla ayer,  y todo porque a los "perversos polimorfos" del Café Pepa Techa les ha dado por hacer un ciclo de cine italiano  cada miércoles (Saverio, el cocinero, es un psicoterapeuta que por las mañanas trabaja como productor de televisión y por la noches prepara los mejores bocadillos de mozarella de búfala y alcachofas en aceite de la ciudad; le gusta amenizar las mesas de sus clientes habituales con sus extraordinarias historias de "constelaciones familiares", su rechazo a la Gestalt  y su  homosexualidad perfectamente asumida -él se jacta de ello-, así como su teoría de la responsabilidad, que justo ayer me la arrojó sobre la mesa con todo el peso añadido de los tiempos que corren).

Terminada la película y la charla con Saverio, en el trayecto de vuelta a casa, la película  se quedó congelada en una emoción que me permitió conectar cosas que andaban sueltas.


Ayer por la tarde tuve otro de mis talleres sobre Ciudadanía Activa con jóvenes  de la lejana y verde Aranjuez. El trayecto desde Madrid dura 45 minutos, y suelo disfrutar del viaje, aunque el paisaje es siniestro, sobretodo por todas las chimeneas que arrojan ese humo perezoso al cielo.

Estar en contacto permanente con  este grupo me está ayudando a comprender muchas cosas de aquella etapa de mi vida que siempre quiero olvidar, pero también a entender cosas de lo que vivo ahora.

Llegué un poco tarde, y Javi (mi compañero de oficio) estaba almorzando con ellos. Todos tenían el mismo triste bocadillo, jamón de york y queso. Yo no podía desentonar, y llevaba mi propio "bocata"  (comprado en la estación del tren). Poco después nos pusimos a trabajar.

Alguna vez ella me dijo que le gustaba lo que hacía, pero yo no le creí del todo. Creo que era sincera, pero la tarde que me lo dijo veníamos de un sueño demasiado pesado, y la distancia se nos coló en esa cafetería que llevábamos con ganas de conocer (sin saberlo los dos) desde hace tiempo.

Se supone que mi trabajo consiste en repensar la escuela, pero creando un espacio donde no hay ni adultos ni jóvenes, sino incertidumbre y urgencias. Yo prefiero llamar, a ese espacio, oasis. A veces pienso que si hay alguna salvación para la educación y para los educadores (la cual, dicho sea de paso, es una de las tres profesiones imposibles según Freud - las otras dos son curar y gobernar-) ésta pasa por construir un espacio que se desentienda de la sociedad que está allá afuera. Cualquier seguidor de Freire me mataría por esta idea. Pero mi  idea es el desierto y la deserción, que todos abandonemos los papeles de una vez por todas. El desierto es deserción, pero también es oasis. La mayoría de estos jóvenes llevan a la escuela toda su desesperación, y la estampan contra las paredes, los cristales y sus educadores. No les gusta el papel que les toca. A mi tampoco.

Volvamos al camino de vuelta a casa. Voy repensando, trazando un nuevo camino. Me tortura Fromm, (el egotismo a deux, el amante egoísta, la generosidad neurótica),  me mata Carver. Las necesidades inexpresadas, la responsabilidad, el equívoco. No me volverá a pasar, eso es lo único que me salva, mejor todavía -me lo hizo ver Saverio- me volverá a pasar pero no será igual.

Saverio me enseñó que, lo más importante, es cambiar el relato. Quiero decir, aunque su historia de las constelaciones no me convence en lo absoluto, lo importante está en lo que tienen en común todas estas terapias (cuando funcionan): cambiar el relato y asumir, con valentía, nuestras decisiones y hacernos responsables de sus consecuencias.

Llego a casa y tengo mucho sueño. Son las 2 de la noche. La próxima semana Santi me pasa la Genealogía de la Moral, y un poco de Deleuze, para que vomite el resto.




miércoles, enero 20, 2010

lunes

¿Cómo va todo? Da igual, porque todas las mañanas me levanto por el mismo lado de la cama. La "tormenta" de Sabina sigue secando esta ciudad.






“Con el amor uno no puede escribir una canción, con el amor dan ganas de meterse en una cama, en un baño, en un ascensor o donde sea con tu amada. Con el desamor, en cambio, dan ganas de recagarse en la puta madre de esa mujer que nos dejó, y escribirle una canción que la persiga toda la vida. Así nacen las grandes canciones.”
Sabina. 

domingo, enero 17, 2010

sábado, enero 09, 2010

a Córdoba (I)


Había olvidado el placer de los largos viajes por tierra. El hierro y el tráfico van quedando atrás y todo deviene en un mundo inmóvil, lleno de alegres sombras.

El brillo alegre de la nieve, un mar de blancura que a momentos parece que lo inundara todo. El paisaje se llena montañas que se disputan su presencia en el horizonte, asomando sus cabezas, acultándose unas a otras, viejas habitantes tostadas por el sol.

A ratos parece que la tierra se hubiera vaciado por completo.

El sol cumple su labor a pesar de la hora (es tarde ya), y sereno va derritiendo la nieve, abriéndose paso a través del cielo gris. Una gran banda naranja que se despliega, que se mete entre las nubes, y se enreda. Su luz baña los olivares, de uno en uno. A veces veo grupos de árboles pardos, de aspecto triste,  y en ocasiones algún árbol solitario. Me pregunto si será feliz.

Un gorrión cruza el cielo. La nubes están quietas, y el aire desocupado se distrae con un pequeño papel. Una señal nos indica que Córdoba está cerca.

El bus se detiene.


Córdoba.
lejana y sola.

federico garcía lorca





martes, enero 05, 2010

1996

fusil


Escribir algo que te deje como un fusil recién disparado, decía Pavese. Vaciarse, y limpio y humeante  y tembloroso encontrar la salida al miedo. Pero son tantos. ¿Si? Es tanta la culpa, pude hacerlo mejor, sí, lo se lo se conozco de sobra esa cicatriz interior. Escribir por placer, por reirse de uno mismo y encontrarse,  aunque el encuentro no sea placentero la mayoría de la  veces. Para librarse de la tristeza, pasto de la  canción francesa y de la TV basura.  Adiós abuela, papá, ciudad, maldita ciudad. Adiós. Escribir para desconocerse, decía Pessoa, aunque nunca me explicó como mierda se hace esto. A veces se puede salir a la calle para dejarse llevar, y escuchar a aquél maldecir al hijo, que es uno ¿Qué voy a hacer con todo esto?  ¿Qué haré contigo? Nadie te espera. No hay tiempo para aprender.  Perdona, perdóname. Nadie te espera. Es imposible observar la vida, sólo tenemos el recuerdo. Creo que eso lo decía Jung. O no. A ver, memoria, desmemoria, a  ver ¿Qué esperaba él?  Ella amaba el amor, y las cosas bien hechas. Lo se, perdón. Todo está aquí esta noche Todos. La soledad de las decisiones personales, la soledad de las decisiones. Escucho este disco, a lo lejos la música se parece tanto a ella. Pero luego viene ese sentimiento y todo se desvanece en algo tan profundo que no alcanzo a ver dónde acaba. Hay quien oye algo más, allí donde yo me desvanezco alguien se enfrenta al vacío, ese hálito que proviene de la vida, la de uno, la de esta ciudad. Pero yo no soy una fuerza de la naturaleza. Pero hay, claro que hay.





lunes, enero 04, 2010

el fuego central


"Reincorporarnos al oscuro fuego central olvidado, devolver a los hombres a un origen traicionado. Y señalar que quizás había otros caminos, y que el que tomaron no era el único y no era el mejor, o que quizás había otros caminos y que el que tomaron era el mejor, pero que quizás había otros caminos dulces de caminar y que no los tomaron, o los tomaron a medias, y que un hombre es siempre más que un hombre y siempre menos que un hombre, más que un hombre porque encierra eso que el jazz alude y soslaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de ajedrez donde se reserva el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas, donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la primera frase de un blues".
 Julio Cortázar
(tomado de Cuadernos de jazz, 2009)















inside (II)




inside


domingo, enero 03, 2010

domingo

"¿Cómo aliviar a mi corazón
de la canción
y de la tristeza?
¿Cómo aliviar a mi corazón 
sino con la canción
de la tristeza?
¿Cómo aliviar a mi corazón
de la tristeza 
de la canción?"

Ralph Ellison