martes, enero 31, 2006

Ciudad

Pensaba en Guayaquil. Y en sus calles, sobre todo cuando sucede que paso por sus calles. Y las recordaba, vestida la piel de azules reptiles, cercano a la humedad de las aceras, sin llegar demasiado a sus bordes.
Cada calle como una burbuja de aire atrapada en lámparas recien apagadas, rincones sin propiedad horizontal, sino vegetal. Y el sudar, el vientre y la luz, el suspiro de las puertas sin abrir.
Una esquina que cierra me abandona a la carne propia de los mares sin sal. El viaje será mas corto si empiezo a contar cada error del paisaje, y en cada uno me detengo como en una escalera pública, sujeto al brocal de nervios.
No me molesta el sonido de los transeúntes, mientras sea mi aliento el que seque el asfalto levantado y el alquitrán.

1 comentario:

León Sierra dijo...

la ciudad,
lamida por la manga aromática de tu presencia,
se arrostra,
se turba,
se muestra!