miércoles, junio 13, 2007

Javier Ponce (invitado especial)


¿Por qué no reconocer?

Desde el retorno a la democracia, el Congreso Nacional ha vivido bajo sospecha. Las alianzas fueron degenerando en pactos.Las mayorías se volvieron volátiles a causa de las sucesivas traiciones y las oportunas dudas de los legisladores. Los partidos crecieron a punta de oposiciones, vengan o no al caso; y desde unas muñecas de trapo hasta una Pichicorte, el imaginario político se enriqueció en artimañas y en cacicazgos.Hasta que el cántaro, tanto ir a la fuente, se quebró y la ciudadanía pidió que se vayan todos.Con esos antecedentes, llegó la candidatura y el triunfo de Rafael Correa, al margen de toda concesión a un parlamento y a unas agrupaciones políticas allí enquistadas, que ya no representaban a la ciudadanía. Todo eso lo sabía Ricardo Patiño. Para conversar de política, me imagino que sobran los amigos. Pero un diálogo que en otro país puede parecer de trámite, significa en el caso ecuatoriano, por lo gelatinoso del Congreso, un riesgo para un gobierno que quiere confrontar viejos modos de manipular los procesos parlamentarios; aunque, como es el caso, no se evidencie en el video de marras ningún acuerdo condicionado en torno a partidas presupuestarias.Es cierto que no se podía descartar la posibilidad de neutralizar al Congreso para evitar convulsiones; pero al hacerlo, había que tener presente que se entraba en un escenario de zancadillas. Y que el asesor Quinto Pazmiño no era el mejor compañero de cita.El contundente triunfo en la consulta popular venía, finalmente, a ratificar la posición adoptada por el régimen: sostener, caminando por el filo de la navaja, la decisión del TSE de organizar la consulta, confiando en que la ciudadanía entendería la necesidad de bloquear las triquiñuelas de algunos partidos. Y el ochenta por ciento de los electores ratificaron lo actuado por el gobierno de Correa, a pesar de la oposición de quienes han hecho de la ley, un alero dónde “guarecerse” de los cambios.Todo eso podía suponerlo Ricardo Patiño, pues la estrategia del Gobierno tiene como su sustento fundamental la posibilidad de movilizar a la ciudadanía, a disgusto de la vieja estirpe de los “estadistas”, para quienes el hecho de que Rafael Correa continuara ejerciendo la agitación política, les ponía los pelos de punta. Por tanto, no era indispensable que el ministro más frágil, el que asigna los recursos presupuestarios, entrara a discutir la estrategia de una reunión parlamentaria.El Ministro ha dicho en su defensa que pueden filmar toda su vida. Yo creo personalmente que lo único que van a encontrar es una dosis de ingenuidad, cuando entabla algunas conversaciones. Sin embargo, el Gobierno conserva la suficiente credibilidad como para reconocer el error. Tanto por la reunión como por la elección de un asesor ministerial de mala estirpe.Por lo demás, vuelven a confluir ¿casualmente? el delator disfrazado de íntimo colaborador de Patiño, con el mismo canal de televisión.

1 comentario:

amanda dijo...

Ya paso , pero igual no paso, el man es un maestro, va a entrar a la asamblea y que pena no poder hacer a fin de mes esa raya en su nombre.