domingo, diciembre 09, 2007

reforma agraria en américa latina (I)

Cualquier historiador del desarrollo en América Latina, afirma Víctor Bretón*, es consciente que durante décadas "reforma agraria" fue una especie de expresión mágica en el mundo del desarrollo. Eran los años del desarrollismo estatalista, del modelo cepalino, de la industrialización por sustitución de importaciones, cuando desde el aparato del desarrollo se aseguraba que la transformación profunda de las estructuras agrarias de América Latina constituían una condición sine qua nom, indispensable, de crecimiento económico. La reforma agraria facilitaría la capitalización y la adecuación del campesinado a la coyuntura expansiva y reforzaría colateralmente la cohesión de una sociedades inmersas en un proceso de construcción nacional, que todavía hoy continúa en muchos casos inconclusos (1).

Las reformas agrarias tenían que desempeñar diversas funciones. Funciones Económicas: las reformas agrarias se hacían para articular el mercado interno (2), para la supresión de las relaciones de producción pre-capitalitas (donde el patrón no cobraba una renta agraria, sino que cobraba en trabajo), para contribuir a la financiación del proceso de industrialización...

Pero también funciones políticas. Consolidar el Estado, consolidar la Nación. El ejemplo paradigmático es el México de Cárdenas (avant la lettre) en la segunda mitad de los años 30: cohesionar la nación a partir de la transformación de los campesinos sin tierra en pequeños propietarios, cohesionar la nación a través de la integración de los más excluidos del tejido social (léase indígenas), y con ello la aparición del indigenismo como política de estado. Indigenismo y reforma agraria son dos pilares fundamentales del estado populista y del proceso reformista asociado al modelo cepalino.

Y por supuesto, detener el avance del socialismo en la región. Reformismo y revolución Cubana van de la mano. Para ello EE.UU convierte la reforma la Reforma Agraria (Alianza para el Progreso) en la condición para obtener ayuda para el desarrollo.

La reforma agraria además cumplía funciones sociales, como desmovilizar el campesinado a través de su conversión en propietarios y facilitar la movilidad social. Las reformas agrarias fueron la plasmación del pacto del Estado con los campesinos.

Sin embargo, la finalidad última de las reformas agrarias no es otra que adecuar las estructuras agrarias a los requerimientos de la expansión desarrollista de los años 50.



* Universidad de Lleida.

1. Conferencia pronunciada en la Universidad Autónoma de Madrid, noviembre 2007.
2. Bretón asegura que en paises como Ecuador el mercado interno no lo articuló el ferrocarril, sino la reforma agraria.

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