sábado, junio 20, 2009

los guayaquileños

Barbacoas, Canelos, Negros, Mulatos y Zambos, así nos clasificaron durante la colonia. Peinadillos, forasteros, así también nos fuimos haciendo.

Vivo en una ciudad donde todo está jerarquizado, estratificado. Las clases no se juntan, los colores tampoco, es un mito aquello del mestizaje. En realidad, sólo basta caminar por la calles de Guayaquil, para saber que el mestizaje solo fue cultural y lingüístico, que en realidad, el proceso de mestizaje fue un proceso de hipanizacion del indígena ecuatoriano. En realidad no somos nada, somo sólo la negación, y desde hace años que nuestra identidad vive vacia de contenido.

Nos acostumbramos a vivir en esta ciudad violenta; espacio donde hemos creado otros lugares para el olvido. Allí, en El Cisne, en Nigeria, en Isla trinitaria, allí habita el olvido de todos.

Vivimos aproximándonos a los blancos, y alejándonos de lo pardo, de lo negro. Pero eso nadie lo discute, nadie todavia lo ha puesto sobre la mesa cotidiana. Pero nos averguenza, claro que nos da verguenza.

Sabemos chumarnos, y levantarnos con chuchaqui: somos sobretodo autodestructivos, y sabemos hacer que esto se perpetué. Esta ciudad, Guayaquil, la fea, destruye, consume, desploma.

Y yo, yo no se amar esta ciudad, no se amar nada, salvo ella.



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