Vuelvo de Valencia. Estoy cansado, y nunca me había sentido tan bien. Vamos a dejar un lado el mal humor, las confusiones, los malos entendidos, el exceso de ego, la arrogancia, y todas estas cosas que el mundo adulto trae.
Voy quedarme con aquello que está creciendo por fuera de todo esto, y con las ganas de que todo salga bien. Creo que eso nos unía a todos adultos de este viaje, a pesar de todo.
De este largo viaje, me quedo con la historia de Brain, y Zava. El primero es Xhosa, el segundo Zulu. Los dos juntos hablan más de 20 idiomas, inglés entre ellos, y algo de afrikaans, aunque tratan de usarlo cada vez menos.
Zava me contó que el día que terminó el apartheid, sudáfrica bailó y lloró durante 10 días. Brain, en cambio, me contó su idea sobre la igualdad: piensa en el cuerpo humano, uno no dice mi brazo es mejor que mi pierna, o mi cabeza es mejor que mis hombros. Debemos ver al Otro de esta forma.
Ya en Madrid, nos despedimos cantando la canción de todos estos días, aunque antes tuvimos que tranquilizar a Rubén, que no dejaba de llorar.
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