Esta imagen, dos rostros en movimiento, desparramados sobre el vacío de esa noche de abril (2006), ahora se extienden sin gravedad sobre mí. Javier y Maggio, dos ecuaciones infinitas.
Sin gravedad, lo dice Antoni Casas, no existiría la soledad, la distancia, el recuerdo, ni pasado ni futuro. El mundo sería una suspensión de sentimientos y deseos, elásticos, los cuerpos vivirían sin fatiga, rodeados de una eterna extensión.
Sin gravedad, lo dice Antoni Casas, no existiría la soledad, la distancia, el recuerdo, ni pasado ni futuro. El mundo sería una suspensión de sentimientos y deseos, elásticos, los cuerpos vivirían sin fatiga, rodeados de una eterna extensión.
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