jueves, abril 02, 2009

custo-mizer

A pesar del entusiasta anuncio del primer ministro Browm, "se acabó el viejo Consenso de Washington" (haciendo referencia al pensamiento económico que considera que el mercado soluciona sus propias distorsiones), todo parece apuntar a que precisamente se ha hecho lo contrario a lo que se esperaba. Tal como había pronosticado Mark Weisbrot hace un par de días, la reunión del G20 no cumpliría con las expectativas de muchos.

EL G20 destinará recursos financieros de hasta US$1 billón, que se otorgarán a través del FMI y otros organismos de crédito, y los países más pobres recibirán fondos que ascienden a US$100.000 millones.

Pero al parecer, no se ha discutido acerca del papel del FMI durante los próximos años (pese a que se ha anunciado la creación de un Consejo de Estabilidad Financiera, para trabajar junto al FMI, al parecer una propuesta de Stiglitz), ni eliminado las condiciones perjudiciales de sus créditos. Weisbrot considera que es precisamente el incremento de los fondos para el FMI lo que empeorará la crisis, y toma como ejemplo la última gran crisis financiera global (que comenzó en Asia hace 10 años). "El fondo empeoró la crisis en Asia, principalmente a causa de condicionar sus préstamos a objetivos económicos y estructurales dañinos para los países más afectados por la crisis - incluyendo a Indonesia, Tailandia, Corea del Sur y las Filipinas. El FMI se equivocó al menos de la misma manera en Rusia y otros países, y especialmente en Argentina, durante el mismo periodo".

Las recomendaciones del FMI durante los últimos meses, especialmente para las economías emergentes (entre ellas El salvador), apuntan precisamente hacia políticas económicas de contracción: reducción de gastos presupuestarios -especialmente el gasto social-, flexibilización del mercado laboral, congelamiento de salarios...

¿Dónde termina el Consenso de Washington? ¿Para qué países? La doble moral de los organismos internacionales de crédito, que en Europa y EE.UU. recomiendan políticas keynesianas, como el estímulo fiscal o mantener un gran déficit presupuestario (como es el caso de España), ¿a qué intereses obedece?

Muy sencillo. El problema -y peligro- de que los países en desarrollo implementen políticas de expansión, "es porque se les pueden terminar sus reservas monetarias internacionales, en su mayoría dólares" (Weisbrot, M).

Tenemos una reforma customizada, hecha a medida de los países del G7, y no de la gente, y el reto de las economías emergentes estará en poder alejarnos de medidas perjudiciales.

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