sábado, diciembre 19, 2009

para que mentir



Suena Alaska.

Una canción me saca de la tristeza, de esa llamita pequeña que me acompaña siempre [el alcohol ya ha vencido a Luis, y lo arrincona, mientras el resto gira]

Para qué mentir. Viví un tiempo de encanto, una historia de días claros. Y ahora hablo con cierta resignación.

Las escenas no son del todo perfectas todavía. Hay cierta distorsión, como si la realidad fuera una reproduccion. La ciudad se llena de templos para la nostalgia.

Se que es absurdo vivirlo así. Las fuerzas de la vida, dice Cheever, son centrífugas y centrípetas. Todo a la vez, todo a la vez.

Un sueño me distrae, pero me abofetea José, que me alumbra abrazándome.Vuelvo al centro de la pista.








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