jueves, marzo 04, 2010

coraje!


En el Valle-Inclan. Tengo el asiento 21, de la fila 3, pero cuando llego a mi sitio me doy cuenta que estoy en la fila 2, porque han sacado una fila entera. "La gente me mira raro, como creyendo que estoy loca", me dice la acomodadora, "pero no es mi culpa, el grupo necesitaba más espacio".

Estoy demasiado cerca del escenario, y eso me enoja un poco, porque había elegido estratégicamente este sitio.

La dureza del texto y la caracterización de Ana Fierling salva a la obra de su excesivo coqueteo con las pantallas, las proyecciones y la sensiblería musical. No obstante, la obra me vence. Puede más el horror del dolor, de lo que cuenta. "La guerra cuesta al principio, pero luego se termina metiendo en tu cuerpo y te gusta. A nadie le gusta la paz, nos vuelve débiles y ociosos....La guerra no acabará, porque la guerra siempre encuentra una salida". Recuerdo frases sueltas. ¿Qué significa la carreta de Madre Coraje? La última escena de la obra, Ana esperando la llegada de Eilif, su hijo preferido, es devastadora (sólo nosotros sabemos que no volverá).
Nada escapa a la guerra, ni siquiera el amor.

Salgo del Teatro, quiero volver caminando a casa, pero me espera una caminata de 50 minutos.

En el trayecto, descubro que la obra me ha dejado removido, conmovido. Hay tantas cosas dentro de mí que no hay espacio para otras cosas, ni siquiera la nausea.