domingo, marzo 07, 2010

despedidas


Café, bromas sobre las coincidencias y las disidencias, el dos y dos son cuatro (es qué no lo quieres entender, me dijo, ya no está, se acabó, la partida se acabó fer. A veces tienes la opción de seguir jugando, pero sólo si tuvieras un tablero. Pero ya no hay tablero, ya no hay jugador). Él sabe cuanto me gusta el ajedrez, y cuanto me puede doler este símil. 

El único punto de referencia que tenemos, él y yo, es el hoy, y quizás mañana. Y no es conveniente ni oportuno pensar en nada más. Tenemos también este fuego y esta música compartida. Fueron apenas dos meses, desde que volvió de Pekin, y ahora se va otra vez, en busca de su princesa cósmica. No te olvides de sonreír, al reflejo de tu ser fragmentado en un espejo roto. Bajo la cabeza, le doy un abrazo y salimos a la calle.

¿Que piensas hacer? No lo sé. Todavia la quiero. ¿Siempre eres tan testarudo?

En la calle el aire flota libre y nos tranquiliza, la lluvia es nuestro último elemento, el más sólido de todos, el más mineral.


Cenizas (todavía la quiero)
Sudando miserias y errores
baile arrítmico de maniquíes
delirio premeditado en un antro cualquiera
sólo pido que no cese la música
que esta noche y esta copa sean eternas
ya no aspiro a volver al Edén
y no soporto una vida de escombros
no hay arreglo posible
para un corazón hecho confeti
sólo queda el vacío
las máscaras solitarias del carnaval

alvaro paños


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