sábado, mayo 01, 2010

clovis y matilde



Nuestra cita comenzó en la puerta del Teatro Español.  Escuchamos a los actores de The Bridge Project, vimos a San Mendes, soñamos con Michelle Beck y nos enamoramos de Juliet Rylance. 

Salimos a caminar por la ciudad, los tres. Les pedí que nos quedaramos juntos hasta la madrugada, que no quería empezar mayo solo. Así que nos sentamos frente a Neptuno, y conversamos sobre la posibilidad de que a Matilde le ofrecieran dinero (o tal vez un riñón) para traicionar a Bertrand. 

Luego pasamos a las clases de francés, mi primera palabra, Pétasse. Mi primera frase, Va te faire enculer.

No sé de quién fue la idea, pero lo cierto es que al poco tiempo los tres jugábamos con el agua de un camión cisterna. Rápidamente nos ganamos la simpatía de los barrenderos, y pudimos llenar nuestas botellas de agua cuantas veces quisimos, y convencimos a uno de ellos para que mojará nuestras zapatillas. Sentimos la presión del agua. Nos perseguimos  a lo largo de la Castellana; yo logré escaparme algunas veces de las emboscadas de Clovis, pero Matilde me sorprendió a la altura de la Gran Vía. (Por cierto, dañó mi teléfono)

Allí, cerca de la boca del metro, nos quedamos en silencio, esperando que la noche nos secara, mientras comíamos chocolate. Eran las 2 de la mañana. 

Este mes cumpliré años, y sí, es cuando todo vuelve a empezar. Y quiero empezar justo aquí, en esta hora. 










1 comentario:

Anónimo dijo...

qué bonito